lunes, 11 de febrero de 2013

Maldita sea mi suerte (I)

Es lo que debió pensar Alban Gerhardt cuando vio lo que le hicieron a su arco en el aeropuerto. 

En alguna ocasión ya hemos hablado de las dificultades que te puedes encontrar a viajar con tu instrumento. El Cello es caso sangrante por su tamaño pero lo que le pasó al señor Gerhardt es la gota que colma el vaso. 

¿Inspección de equipaje? Claro, es lógico pero ¿como narices se rompe un arco de cello? Algo con lo que los niños juegan a los mosqueteros en clase, que aguanta col-legno, que probablemente tenga ya unos años y brilla como el primer día de los cuidados que le dan y que aguanta constantemente la tensión de las cerdas. 

Será que buscaban a ver si tenía huecos en el interior para traficar con diamantes porque si no, no me lo explico. El pobre Sr. Gerhardt perdió su Heinrich Knopf, en eBay piden 20.000$ por uno del mismo fabricante así que no ha sido como si se te rompe el recuerdo para la suegra. Sólo espero que los responsables se lleven una buen reprimenda y que en vez de las chorradas de seguridad habituales alguien actualice de una vez la reglamentación para objetos frágiles y valiosos. 

J!T